Entrenamiento terapéutico: ¿De qué se trata y cómo puede ayudarnos

5 MIN 31 mayo 2023

No hay duda de que está aumentando la conciencia sobre la importancia del ejercicio físico, tanto para prevenir lesiones como para lograr el bienestar psicofísico, este cambio ha impulsado el desarrollo del ejercicio terapéutico que abarca una serie de metodologías, cada una caracterizada por métodos y objetivos que en parte coinciden y en parte son diferentes.

Los principales tipos de ejercicio terapéutico se pueden agrupar en tres categorías: rehabilitador, preventivo y orientado al bienestar psicofísico.

Los profesionales más adecuadas para elaborar un plan funcional y personalizado son el fisioterapeuta (sobre todo para la parte de rehabilitación) y el licenciado en ciencias de la motricidad humana (para la prevención de lesiones y la búsqueda del bienestar psicofísico). Mejor aún si los dos profesionales colaboran entre sí, interactuando para encontrar las estrategias de aplicación adecuadas.

 

EJERCICIO REHABILITADOR

Un ejemplo sencillo para describir el ejercicio terapéutico rehabilitador, es un paciente que presenta una lumbalgia inespecífica. En individuos sedentarios, o que realizan trabajos físicos pesados, este problema es bastante común y requiere cuidado y la atención de un profesional del sector. El fisioterapeuta es el encargado de la primera valoración, si el problema es leve, puede sugerir, además de tratamientos manuales o instrumentales, algunos ejercicios en el gimnasio bajo la supervisión de un preparador físico licenciado en ciencias de la motricidad humana. La actividad física específica puede ejercer efectos muy importantes a corto plazo y estabilizar a largo plazo los progresos obtenidos en las sesiones de fisioterapia.

El cuerpo humano está hecho para moverse; sin embargo, la vida cotidiana sedentaria, los ritmos frenéticos y la poca afición a la actividad física hacen que muchas personas utilicen su cuerpo sólo lo estrictamente necesario, apoyándose en los medios y en la tecnología para evitar el movimiento. Ello conlleva posturas incorrectas, empeoramiento de la composición corporal y, en general, una disminución funcional global de las estructuras músculo-esqueléticas y del sistema cardiovascular.

En estos casos, el ejercicio debe tener la finalidad de restituir al individuo la movilidad y la fuerza en regiones específicas, mejorar la postura y la eficiencia muscular en general, para recudir los síntomas de dolor presentes y prevenir su recurrencia en el futuro.

 

EJERCICIO PREVENTIVO

En el deporte, el ejercicio preventivo está adquiriendo un papel fundamental. Todos los deportistas, desde los aficionados hasta los profesionales de las distintas disciplinas, deberían seguir un plan de ejercicios destinado a prevenir las lesiones, que acompañe a aquel para mejorar el rendimiento.

Las distintas disciplinas deportivas presentan claras variables que difieren en función de las especificidades del deporte y de las regiones corporales más sometidas a esfuerzo. Sin lugar a duda, estos aspectos se deben tomar en cuenta a la hora de planificar un protocolo de trabajo, posiblemente mediante un análisis profundo del modelo de rendimiento del deporte.

Otro aspecto fundamental es el análisis postural del deportista, que puede revelar deficiencias sobre las cuales trabajar, vinculadas por ejemplo a lesiones anteriores, retracciones musculares o aspectos posturales a mejorar.

Desgraciadamente, la prevención de lesiones, sobre todo durante la adolescencia, suele tratarse de forma superficial y es subestimada. Esto adquiere una importancia diferente cuando el deportista alcanza la madurez competitiva, o tras una lesión, cuando los deportistas perciben la importancia del ejercicio terapéutico para su «longevidad competitiva».

El equipo deportivo/médico cumple un papel fundamental, ya que su tarea consiste en educar a los deportistas para que integren el plan de rendimiento con aquel de prevención de lesiones.

 

EJERCICIO PARA EL BIENESTAR PSICOFÍSICO

El ejercicio debe considerarse terapéutico aunque esté dirigido a un individuo sano sin problemas posturales ni musculoesqueléticos particulares.

La actividad física, practicada de forma regular, tiene ventajas considerables, ya que previene las enfermedades cardiovasculares, ayuda a reducir el tejido adiposo, regula la presión arterial, los niveles de colesterol y también la glucemia. Es a todos los efectos un fármaco muy potente, sin efectos colaterales particulares.

Practicar ejercicio físico de forma regular no sólo mejora la salud física, sino también la mental, ya que al liberar endorfinas alivia el estrés, mejora el estado de ánimo al regular los niveles de seratonina, pero también simplemente mejora la confianza en uno mismo al alcanzar los objetivos fijados y mejora la calidad del sueño.

 

Analicemos ahora un caso práctico para cada uno de los 3 ámbitos de intervención.

 

CASO 1: individuo con sobrepeso, dolor de espalda y gonalgia. Plan de ejercicios de rehabilitación

Supongamos que tenemos que trabajar con un individuo con sobrepeso que refiere lumbalgia crónica y dolor de rodillas durante y después de las jornadas de trabajo. El individuo realiza un trabajo activo durante el que somete sus articulaciones a un estrés importante.

No surgen de la historia clínica aspectos particulares a destacar, la dieta es totalmente desequilibrada, básicamente hipercalórica.

En este caso se sugiere que el individuo realice un plan combinado consistente en sesiones de fisioterapia para reducir los síntomas de dolor y ejercicios físicos 2-3 veces por semana durante alrededor de 60-90’ por vez. Durante las sesiones será importante incluir:

  • ejercicios aeróbicos progresivos, favoreciendo inicialmente ejercicios con baja carga articular, como la bicicleta por ejemplo, para pasar después a ejercicios más dinámicos;
  • ejercicios específicos de movilidad/fortalecimiento destinados a reducir el dolor musculoesquelético;
  • ejercicios de tonificación/fortalecimiento en general, que combinados con ejercicios aeróbicos favorecen la reducción de peso y mejoran la composición corporal;
  • alimentación correcta y equilibrada, mejorando también la hidratación diaria.

Este plan de trabajo, aparentemente sencillo, representa un importante avance para el individuo, que ya tras las primeras sesiones puede empezar a notar los beneficios, aunque las mejoras se estabilizarán a medio plazo. El plan no debe tener una fecha de terminación, sino que debe representar un nuevo comienzo para la persona que, a medida que perciba las mejoras, estará dispuesto a incorporar estos ejercicios terapéuticos a su estilo de vida, mejorando su calidad.

 

 

CASO 2: tenista profesional, refiere no tener problemas importantes. Plan de ejercicios preventivos

En este caso es diferente, el sujeto está en forma, es un deportista y no tiene problemas físicos particulares, ni durante ni después de los partidos. Sin embargo, el ejercicio terapéutico siempre es útil; en los deportistas el objetivo principal del entrenamiento es mejorar la condición atlética y las habilidades técnicas para lograr un mejor rendimiento durante la competición. A veces, por no decir a menudo, esto es perjudicial para la integridad estructural músculo-tendinosa y puede reducir la longevidad deportiva del tenista. Para evitar que esto ocurra, el entrenamiento orientado al rendimiento debe ir acompañado de un plan adecuado de prevención de lesiones, que consistente en:

  • fortalecimiento específico del manguito de los rotadores, dado el importante esfuerzo que soporta el hombro del tenista;
  • rutina específica previa al entrenamiento/partido para preparar los músculos para el esfuerzo;
  • Flexibilidad muscular y movilidad articular mediante ejercicios en el gimnasio.

También en este caso es importante la interacción entre los profesionales, el licenciado en ciencias de la motricidad humana se encargará de la parte de ejercicio, el fisioterapeuta podrá preparar trabajos de descarga que actúen como un “estímulo” preventivo y regenerador para el deportista.

 

CASO 3: empresario, ex deportista. Refiere altos niveles de estrés y poco tiempo para la actividad física. Plan de ejercicios orientado al bienestar

En este caso, el individuo no refiere ningún problema físico particular; sin embargo, los elevados niveles de estrés laboral le están llevando a un deterioro significativo de su calidad de vida. El tiempo disponible es escaso y la actividad física queda relegada al último lugar entre las prioridades.

En la historia clínica no hay aspectos particulares que destacar y la dieta también es bastante regular.

La primera fase incluye 2 sesiones de ejercicios a la semana de unos 60’ cada una, donde la tarea del preparador físico será optimizar el poco tiempo disponible trabajando principalmente en 3 regiones objetivo:

  • mejora de la resistencia cardiovascular, mediante ejercicios cíclicos (como correr, bicicleta, remo) o acíclicos (entrenamiento en circuito), implicando también la estimulación de los componentes coordinativos;
  • aumento de la fuerza muscular, mediante ejercicios en circuito que impliquen un trabajo muscular progresivo, con preferencia por los ejercicios multiarticulares (sentadillas, flexiones, peso muerto [deadlift], etc.);
  • Prevención de lesiones y de los síntomas dolorosos, mediante la realización de ejercicios de movilidad y estabilidad del core.

Paralelamente al plan de reactivación física, se recomienda combinar:

  • una sesión semanal al aire libre durante el fin de semana, variando según el nivel y las preferencias (caminar, correr, bicicleta, etc.)
  • un tratamiento semanal de descarga con el fisioterapeuta
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