Fracturas y microfracturas por estrés

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1. Qué es una fractura por estrés

Las fracturas por estrés se producen en huesos sometidos a «fatiga mecánica». Son el resultado de la suma de excesivas cargas repetitivas submáximas, sin un tiempo de recuperación adecuado, lo que causa un desequilibrio entre el proceso fisiológico de resorción y la formación de tejido óseo.

Las fracturas suelen comenzar en zonas anatómicas sometidas a mucho estrés, donde se genera una «grieta», o microfractura inicial. Si esta microfisura no logra cicatrizar y es sometida a más cargas, el microdaño aumentará, ensanchando la fisura, lo cual generará una auténtica fractura por estrés.

Las fracturas por estrés son lesiones por sobrecarga bastante frecuentes en los deportistas y afectan principalmente las extremidades inferiores. Suelen producirse en deportes en los que se practican la carrera y/o el salto, y en algunos casos se asocian a un aumento del volumen o de la intensidad de carga de trabajo en el entrenamiento. Los huesos más afectados son la tibia, los metatarsianos, el navicular, el peroné y el calcáneo.

2. Síntomas de la fractura por estrés

Las formas clínicas pueden variar de un paciente a otro, por lo que es fundamental realizar una anamnesis y una exploración física exhaustivas para comprender si se trata de una fractura por estrés.

El paciente suele describir un dolor que comienza gradualmente y sin ningún mecanismo específico de lesión, y que empeora gradualmente durante la actividad deportiva, hasta convertirse en un dolor constante con el paso del tiempo.

En algunos casos, los pacientes pueden presentar un edema leve y enrojecimiento en la zona del dolor, dolor focal/puntiforme y aumento del dolor con la carga, provocando una marcha antálgica.

3. ¿Cómo prevenir las fracturas por estrés?

Como hemos dicho anteriormente, las fracturas por estrés suelen producirse por una sobrecarga debida a un entrenamiento excesivo sin un tiempo de recuperación adecuado. Por lo tanto, la mejor manera de prevenirlas es dosificar el entrenamiento y gestionar adecuadamente el descanso entre las sesiones.

Otro factor que se debe evaluar es el apoyo de los pies en estática y en dinámica. Una alteración de la distribución de las cargas durante la marcha o la carrera puede provocar efectivamente un uso excesivo de una determinada zona del pie. Esto sucede especialmente en las fracturas por estrés del hueso navicular o de los metatarsianos. Por ello, se recomienda que los deportistas que corren mucho, o los que ya han sufrido fracturas por estrés, se sometan a un examen podológico con baropodometría para evaluar el apoyo plantar y la distribución de las cargas.

4. Terapia de una fractura por estrés

Una vez establecido el diagnóstico de fractura por estrés, generalmente mediante una radiografía o resonancia magnética, el tratamiento inicial debe consistir en poner en reposo la articulación afectada, reduciendo el estrés dentro de los límites fisiológicos, para permitir así su curación. Esto suele consistir en una carga reducida o nula durante 1-2 meses, dependiendo de la gravedad de la fractura. En algunos casos, el médico recomendará el uso de muletas, y en otros prescribirá una férula específica.

Para los deportistas que no pueden permitirse un reposo absoluto para no perder su condición física, se admiten actividades como la natación o la hidrocinesiterapia, el ciclismo y los ejercicios con pesas de la parte superior del cuerpo (cuando la fractura por estrés sea en una pierna o pie), manteniéndose por debajo del umbral del dolor y respetando el tiempo que tarda en sanar el hueso.

Desde el principio, se recomienda realizar la Magnetoterapia, una terapia instrumental para estimular y acelerar la calcificación ósea. Como se trata de un tipo de tratamiento que debe realizarse durante varias horas al día para ser eficaz, la mejor solución es alquilar un aparato a una empresa certificada y utilizarlo, directamente en casa, durante al menos los primeros 15-20 días después de la lesión.

5. Fisioterapia y consejos útiles

Una vez consolidada la fractura, es importante iniciar un plan de rehabilitación con un fisioterapeuta para recuperar el patrón de marcha correcto, la fuerza, la resistencia muscular y la propiocepción. En algunos casos, el terapeuta también tendrá que trabajar para mejorar la rigidez articular causada por la inmovilidad.

En el caso de recuperación de un deportista, es imprescindible la colaboración con el licenciado en ciencias de la motricidad humana, que, tras la fase inicial de rehabilitación, trabajará para que el deportista recupere la condición física ideal para volver a competir.

Dado que la mayoría de las fracturas por estrés se deben a la carrera, es útil y es recomendable trabajar para mejorar la técnica, pues a menudo la carrera no es natural y la postura y ritmo son incorrectos, lo que conlleva una mayor sobrecarga y riesgo de lesión.

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